Gibara: de Villa a Ciudad turística

fotos: Juan Pablo Carreras
fotos: Juan Pablo Carreras

Esta ciudad de mar y tejas parece surgida del fondo del Atlántico. Dibujada por artesanos. El olor a caracola le perfuma cada rincón, mientras el reflejo de la blanca espuma que traen las olas, cubre e ilumina sus calles. Así es Gibara.

Cristóbal Colón, el descubridor, detuvo sus naves en Río de Mares –así llamó a la bahía– e hizo pública una tierra, cuyos pobladores nunca se han cansado de tejer historias de otros y estos tiempos.

Cuentan los pescadores que el destino de esta región es encantar a forasteros y clavarse en la memoria de quienes añoran respirar aire marino. De ahí que, últimamente, un propósito desvele a muchos en La Villa Blanca de los Cangrejos: “Gibara será una ciudad turística”.

“Puede llegar a ser un fuerte destino turístico, por lo atractivo que resulta su medio natural y circundante: costas, playas, cuevas… Es como si estuviera detenida en el tiempo. Ha sufrido modificaciones, pero se mantiene bastante su arquitectura colonial y esto llama muchísimo la atención”, asegura Wilfre Rodríguez García, inversionista de la Oficina del Historiador.

Lorenzo Peña Leyva, director de la Empresa Integral Turística Gibara, explica entusiasmado sobre lo que gestan en esta tierra de encantos: “La idea se hará realidad, gradualmente, a partir de proyectos de desarrollo local. Se logrará con inversión estatal, a través del Ministerio del Turismo, con el apoyo del Gobierno y el empleo también de formas no estatales, como los hostales, restaurantes y otras instalaciones de oferta y servicios gastronómicos”.

La gente de aquí cuenta con orgullo, como lo hace cuando narran las múltiples versiones de los mitos que distinguen al poblado, que han nacido sitios para el deleite como el complejo “El Faro de Gibara”, integrado por el Hostal Buenavista, el restaurante El Faro, que admite hasta 100 capacidades, y el bar El Coral.

“La entidad asumió también la administración de la cafetería El Barrilito, en Velasco, y el punto de venta La Enramada, en Gibara. Asimilaremos, paulatinamente, nuevas inversiones en ejecución u otras obras, cuyos proyectos están en preparación”, asegura Lorenzo.

“El Ordoño” resucita

El comerciante nunca quiso despedirse para siempre de su amada. Por eso, en 1926, mandó a construir un mirador en el hotel que llevaría su apellido. Dicen que, si se mira con los ojos del alma, aún es posible ver la silueta de Felipe Ordoño contemplando la tumba de la mujer, que reposa muy cerca del mar. Y no lo dudo; sin embargo, en esta época hay otra realidad que seduce al caminante que pasa por el inmueble.

El rescate de la edificación más alta de la Villa Blanca, en la intersección de las calles J. Peralta y Donato Mármol, en pleno casco histórico de la ciudad, mantiene vigilante al gibareño.

En el edificio de dos niveles, hoy laboran fuerzas constructivas de la Unidad de Gestión y Dirección Constructora  No. 4 (UGD), subordinada a Vértice y de la ECOA-19. No pocas manos se empeñan en su restauración y remodelación, para restituirle valores patrimoniales y agregarle otros atributos, que lo convertirán en el Hotel Ordoño, de Cuatro Estrellas.

“La instalación, de la línea hoteles Encanto, del Grupo turístico Cubanacán S.A., dispondrá de 27 habitaciones, 15 matrimoniales y 12 dobles, lobby bar-cafetería, restaurante y otros servicios muy personalizados, siempre en función de los clientes”, explica el arquitecto Yosvier Rodríguez Lucas.

Antes de abril, fecha en la que llegarán los primeros huéspedes: delegados e invitados al Festival Internacional de Cine Pobre, muchos engorrosos trabajos quedan por hacer en esta propiedad bastante deteriorada, fundamentalmente, en su interior. No solo el tiempo atentó contra “El Ordoño”, 17 años atrás, una explosión de gran envergadura se empeñó en destruir el primer nivel. Pero la voluntad de los hombres le devolverá a Gibara una de sus joyas más preciadas.

“Este edificio fue construido para distintos usos por su dueño, acorde con las características de la época. La primera planta fungía como almacenes, con estructura porticada de puntal alto y la segunda, era la residencia de la familia y huéspedes. En la cubierta, una especie de mirador y área de estar. Ante esta distribución y la necesidad de llegar a 27 habitaciones y  adaptarlo a las particularidades de un hotel, fue preciso incluir transformaciones en el interior, como construir un nivel intermedio en lo que fuera el almacén. Por lo que ahora la edificación tiene tres plantas”, significó Rodríguez Lucas, quien también es inversionista de la obra.

Otra obra de mayor envergadura a la cual se han enfrentado, según Yosvier, es a la construcción de una planta para el tratamiento de residuales líquidos, si partimos de que Gibara no tiene alcantarillado. “Esta problemática representaba una seria dificultad para la puesta en marcha de la instalación, estábamos ante la disyuntiva de agredir al medioambiente. En el sótano se previó esa estación depuradora, que permitirá que las sustancias finales puedan utilizarse como abono”.

Jorge Luis Díaz, delegado del Ministerio del Turismo en la provincia, tiene plena confianza en que la obra, valorada en unos 2 millones 430 mil pesos, de ellos un millón 666 mil en dólares, se concluirá en el tiempo previsto, para convertirse en sitio de amplia atracción y contribuir a  impulsar el turismo de ciudad en Gibara.

Rutas por andar

La Caverna de los Panaderos invita a recorrer sendas de ensueño y leyenda. Como asegura José Corella Varona, un apasionado de la naturaleza y el turismo ecológico: “Este sendero eco-espeleo-arqueológico es una iniciativa probada, pues hemos atendido a miles de clientes nacionales y extranjeros y todos se han ido satisfechos. El sendero cuenta con dos recorridos, uno superficial y otro subterráneo, durante los cuales recreamos la explicación sobre el fenómeno cársico presente en el área geográfica y jugamos con la imaginación dentro de la caverna”.

Esta no es cualquier caverna. En invierno, es subsede del Festival Internacional de Cine en Caverna que se lleva a cabo en Chile. “Es conmovedor vivir la proyección de una película dentro de ella”, confiesa Joselín.

José Ernesto Mayo Zaldívar, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, nos cuenta particularidades del ajetreo que se vive hoy  en “la Perla del Oriente”: “Concebimos un programa de acciones; primero, liberar progresivamente de oficinas a la calle Independencia y otras arterias principales de la ciudad, y crear establecimientos que presten servicios a la población. Hemos ido fortaleciendo el rescate de algunas tiendas, una galería de arte y otras obras atractivas para el visitante, además de insertar de manera ordenada las actividades por cuenta propia que son afines al turismo”.

A la Villa vendrán turistas de todas partes. Como en las décadas del ‘30 y ‘50 del siglo pasado, cuando esta región se jactaba de ser la preferida de los orientales. Con este fin, directivos con experiencia en la actividad turística operan varias ideas de comercialización de este nuevo destino. Al respecto, Lorenzo Peña explicó las tres principales vertientes que tienen concebidas: traer turistas alojados en hoteles de Guardalavaca, Pesquero y Esmeralda, a través de excursiones. La segunda, promover con ofertas atrayentes la incorporación del mercado interno, como sucedía antes; de muchos holguineros y bayameses que buscaban a Gibara para vacacionar. La tercera se basa en la realización de contratos directos con  turoperadores, que traería el turismo de estancia mediante de un paquete “todo incluido”.

La clave está en “el desarrollo de la parte hotelera aquí, sin grandes presunciones ni inversiones, sino con la recuperación de edificaciones con valor patrimonial, para convertirlas en instalaciones de alojamiento funcionales y atrayentes por su historia y decoración”, puntualiza Lorenzo.

El insistente fisgoneo hizo que, el director de la Empresa Integral Turística Gibara, revelara otros planes: “Ya quedó abierta una nueva ruta a Gibara por mar, desde Guardalavaca, con un catamarán que traerá vacacionistas martes y jueves y, en breve, lanzaremos una opcional para los que deseen pasarse un día en Gibara”.

La ciudad que un día fue amurallada hoy se abre al mundo. Quienes vengan a esta mágica tierra nunca olvidarán la apasionante imagen de sus barcos dormidos en el surgidero o “que aquel puerto de Mares, es de los mejores del mundo, y mejores aires y más mansa gente…”